Existe una diferencia muy marcada entre lo que en política se conoce como “conductor” y “dirigente”. Los dos son militantes de un partido o movimiento político. Al primero generalmente le corresponde “bajar línea”; al segundo, le es asignada la tarea de ejecutar los lineamientos, ya sea desde la función pública o a través de un espacio institucional o cargo electivo. Las estructuras partidarias serían “el lugar de encuentro” de ambas dimensiones integradas en lo que, personalmente, denomino “militancia”. Esto es sólo teoría y, en nuestro medio no funciona de ese modo.

Los recientes acontecimientos políticos que se han suscitado, a más de uno ha sorprendido y, es una clara muestra de que nuestros dirigentes parecen haber perdido la brújula. El ejemplo más significativo es la “separación “de los “Pimpinela” del Justicialismo riojano.

Es sorprendente la capacidad de adaptación de los cuadros dirigentes a las circunstancias históricas. Actualmente no se sabe dónde ubicarlos políticamente y sinceramente uno no se atreve ni siquiera a preguntarles a qué ideología suscriben. Ideología? Ideología es un eufemismo que les queda bastante grande a nuestros honorables políticos.

Se han dispensado entre ellos, los más duros conceptos: “traidores, desleales, desvergonzados, etc. Creo que no se trata de una “capacidad” de adaptación la actitud de algunos dirigentes; sería un lujo porque – ideológicamente - respondería al “pragmatismo”. Ni por las tapas nuestros “pollos políticos” poseen esa cualidad. Esas actitudes,- alejamiento, ruptura, etc. - las juzgaría como un conveniente modo de sobrevivir. Sobrevivir, en política es una tarea compleja que requiere - en estos tiempos - no tener muchas ideas sino, una buena dentadura para la sonrisa urgente frente a las cámaras.

Sin embargo, todavía no puedo eludir el asombro frente a la comedia mediática montada entre, el “padre “ex – jefe y el “hijo pródigo”, ex –adherente al padre. El hijo se está alejando del padre por otro papá sustituto que encontró en las riveras del Plata. En la ciudad del puerto, ¿lo habrán deslumbrado las luces?. Su ex – jefe, ahora devaluado “conductor “, se ha quedado más solo que el uno y, solamente lo acompañan unos cuantos seguidores a las que le es admirable su fidelidad. Una ex – funcionaria provincial es una de ellas. Mujer tenaz, sin lugar a dudas. Ha hecho de su versatilidad discursiva, una verdadera profesión y de la fidelidad a su “conductor”, casi una virtud. Con diez mujeres de ese tipo – me comentaba un amigo – lindo despelote haría en política. Así planteada las cosas, nadie puede dudar de su obcecada apuesta hasta el final de la trama. No la halago, simplemente señalo lo que es, respeto eso a pesar de que jamás me sentaría a tomar un café con ella para hablar de política. No coincidiríamos en nada. A los “otros”, los que se alejan ahora de su “padre”, esos me producen pavor y, para el colmo de males, están ahora más cerca de nuestras posiciones. Aleluya!!, Una sarta de fósiles adaptacionistas se han sumado a las filas de los críticos; los muchachos no quieren largar la teta y la política no es joda. Creo que no serán bienvenidos, ni aunque fumen habanos, se dejen la barba, y luzcan una camisa de grafa. Ni Pinocho les creería que son hinchas de Fidel. Ahora, con entrañable torpeza, aducen este sutil alejamiento tardío de su ex “conductor”, debido a que, primero están los sublimes intereses de la provincia. El presidente, – así han declarado ante los medios – les habría ordenado que no apoyen a su ex – jefe. Este argumento es tan falso, como el mito del “viejo de la bolsa”. Solamente los cholulos se la creerían. Es lo mismo que decir que nuestro presidente es un mafioso o un delincuente extorsionador que está haciendo uso del poder y la política como instrumento al servicio de sus propios intereses. Por favor, levanten la puntería!!. Ongaro decía – para justificar su alejamiento de Perón – que, para salvar a Perón, hay que estar en contra de Perón. La lógica del absurdo. No digo que no se alejen de su conductor pero, por qué no lo manifestaron antes, cuando ustedes le alcanzaban la lapicera a su jefecito, para que firmara el “consenso de Washington”, el tratado que puso de rodillas a la Argentina frente al FMI y originó las privatizaciones más viles de nuestras empresas nacionales. A propósito de Perón, ustedes que dicen ser su legado, cuando estaba reunido con el embajador Braden de EEUU y éste defendía los intereses de las empresas americanas en nuestro país, Perón le dijo: “ Mire, no sigamos embajador, porque yo tengo una idea que por prudencia no se la puedo decir, No dígamela, replicó él. Bueno – le contesté – yo creo que los ciudadanos que venden su país a una potencia extranjera son unos hijos de puta... Y nosotros no queremos pasar por hijos de puta” Op. Cit. “La Patria Sublevada” Alfredo Silleta, pag. 261.

Hay que leer a Perón de cuando en cuando, creo que les indicará mejor que nadie el concepto de lealtad, conducción y, sobre todo de una militancia socialmente comprometida con los verdaderos intereses del pueblo y la Patria. ¿Reconocen este último término?.

La historia reserva un lugar determinado para sus personajes. Generalmente, sus nombres están marcados por un adjetivo que los identifica claramente, por ejemplo Adolfo Hitler “loco asesino”, José López Rega “el brujo”, Stalin, “el paranoico asesino de las estepas”, y así hasta completar una extensa lista. Me pregunto ¿Qué lugar le reserva la historia a nuestro Ángel? Probablemente le reserve; a nuestro Ángel que nos gobierna, no castiga y reprime por pensar, demandar y participar, un lugar; el de “los malos recuerdos”. No imagino el gesto de ese Ángel “Chacho” Peñaloza, si ante la supuesta amenaza de un presidente, hubiese tenido que vacilar, cuando en aquella batalla enlazó en una atropellada, los cañones del enemigo y traerlos a la rastra. También se llamaba Ángel y murió del modo más vil, víctima de un traicionero crimen. Otros Ángel, amainan al primer grito y, lo único que a lo mejor atropellarían es la heladera, el espejo y la peluquería. Pueden ser cualquier cosa, menos un osado, temerario y heroico caudillo, como el Ángel decapitado en Olta. Es importante llamarse Ángel, pero ojo, no todos son iguales, a algunos les recordamos por su madre que, desgraciadamente carga con todos los agravios populares, por las tropelías de su hijo. Al otro Ángel, lo recordamos por el modo en que entregó su vida, sosteniendo hasta el último suspiro sus creencias y convicciones.

Desde luego éstas estaban mucho más allá del miedo y las especulaciones políticas coyunturales.

por José Pedro Amado