En 1983 se recuperó la Democracia en nuestro país, nuestra generación, la que votaba por primera vez, en ese entonces, sentíamos con gran júbilo este nuevo proceso histórico. Los diferentes partidos políticos florecían por doquier. Con el tiempo ese amplio abanico ideológico quedó reducido a un entumecido bipartidismo - Peronismo, Radicalismo-. Se alternaron en el poder hasta los últimos descalabros de Diciembre de 2001. Es quizá una de las tantas decepciones que soportamos en esta veintena.

Esa estructura partidaria que otrora canalizó la confianza popular, actualmente son instituciones que solamente ostentan un sello y están al servicio de una “oligarquía política” familiar cuyo perímetro de influencia son provincias convertidas en feudos.

Hoy - los partidos políticos -, fuertemente presionados por los movimientos sociales de protesta - piqueteros, auto-convocados y otros - están iniciando un proceso de auto - disolución irreversible. En otras palabras, los partidos políticos desaparecerán del escenario histórico.

Lo que hemos comprendido como ciudadanos es que, la democracia se enfrentó y aún sigue haciéndolo con el "otro" poder, el poder “económico”, representado por los sectores sociales hegemónicos que, en sociedad con la clase dirigente de los partidos tradicionales, convirtieron la política en un lucrativo y fabuloso negocio.

Para nosotros como generación estos hechos significaron el dramático desenlace de una democracia, cuyo único valor es el estar formalmente constituida. De modo que, señalar lo que teóricamente se dice que "el pueblo delibera a través de sus representantes" deberíamos plantear, "los representantes de pueblo deliberan a favor de ellos mismos y de los intereses de los poderosos”.

Sin embargo hoy, los movimientos y demandas de los miles de excluidos, están siendo canalizadas por una nueva militancia, “los piqueteros” ¿Quienes son?.

Probablemente sea la expresión de una nueva militancia política, la expresión de una nueva resistencia social, frente a los desatinos provocados por un orden socialmente injusto. Un mundo ordenado para unos pocos pudientes y los demás que sobran pronto serán considerados terroristas, fundamentalistas, indigenistas, cualquier cosa, la cuestión es que una vez penalizada la protesta social, la represión alcanzará dimensiones sangrientas. Estos movimientos aplican una metodología muy simple "la protesta" popular y “las movilizaciones masivas” de desocupados e indigentes. Lo curioso del caso es que la misma va matizada con enfoques de corte ideológico. Es decir no solo piden pan y Planes Trabajar, sino que además señalan que, los causantes de ésta situación social injusta es, el FMI, el Banco Mundial y los grupos de poder económico, por un lado y los dirigentes ocasionales.

¿Setentistas?. A lo mejor. Lo cierto es que, los piqueteros, están más allá de las contiendas electorales, no les interesa ocupar espacios ni cargos en las instituciones de la democracia, no se agrupan detrás de Partidos Políticos, su lucha es una pelea frontal desde las bases sociales contra un modelo político - neoliberalismo - que ha empujado a dos tercios de la población del planeta a la extrema pobreza.

Vista así, la democracia a veinte años de su inicio en nuestro país, constituye un tema central al que debemos efectuar un análisis y por cierto un profundo balance que, integre necesariamente una fuerte crítica, a lo que fue y lo que está.

A la hora de evaluar nuestra democracia, deberíamos preguntarnos por ejemplo ¿cómo ha sido, es y será nuestra participación en los diferentes eventos y contextos promovidos por el sistema democrático?.

Muchos realizan una lectura cargada de pesimismo y señalan que, debido en gran medida al hecho de que, los votos se compran al mejor oferente " la democracia se ha convertido en un comercio electoral", cuyo resultado precisamente, es una clase dirigente sin escrúpulos y vacía de ideas. Entonces la participación es solo una formalidad electoral que comienza y culmina en el mismo acto electoral. Es verdad, pero a pesar de esos vicios instalados en la sociedad y promovidos por delincuentes politizados que usan a las instituciones partidarias para sus propios intereses, la ciudadanía recuperó el respeto a sí misma y, últimamente aparecieron curiosas sorpresas electorales; la gente está votando últimamente propuestas y recibe además los bolsones que les ofrecen los punteros.

Pero más allá de cualquier apreciación aparentemente subjetiva - si se quiere -, lo cierto es que, hay algo que no les cierra a los dirigentes. No pueden entender y admitir que ya se ha " materializado " el distanciamiento entre ellos y el pueblo. Mientras los partidos aprueban leyes contrarias a los intereses comunes, el pueblo independiente se manifiesta espontáneamente con los cacerolazos y echa a los funcionarios de turno. Entre los partidos y la gente el divorcio es un hecho consumado.

También no hay que olvidar las circunstancias dolorosas que hemos vivido en estos veinte años de democracia y es precisamente los muertos que por diversas razones fueron las víctimas de diferentes conflictos sociales, llámense éstos movilizaciones, atentados, levantamientos etc. hoy los recuerda con pesar a esos muertos como Kosteki y Santillán, por ejemplo.

En fin, parece que se cumple ese triste aforismo señalado por un misionero católico que reza: “los poderosos ponen las armas los pobres los muertos”. Diría para nuestro caso que, “en la democracia, los poderosos ponen a los funcionarios disfrazados de presidentes y el pueblo pone sus mártires y muertos”. Recordemos Argentina ayer, Bolivia hoy.

Finalmente solo nos resta abrigar la esperanza de que la democracia no es tan solo una metáfora y que, es posible resignificarla y profundizar los mecanismos de participación porque por sobre todas las cosas hemos descubierto algo que no habíamos ni siquiera imaginado: “sabemos que ese espacio real y posible llamado democracia es, absolutamente nuestro y lo vamos construyendo paso a paso.

Artículo publicado en el periódico 'Nueva Rioja', Mayo 2004

por José Pedro Amado